Los tiempos cambian y con ello su gente, sus necesidades (secundarias), sus gustos y su cultura. Esto es ineludible, para continuar nuestro desarrollo social, tecnológico y personal es indispensable el cambio. Cuando chico recuerdo haber escuchado que cuando creciera debería ser médico, abogado, ingeniero o maestro (la razón principal siempre fue que estás vocaciones pagaban más), sin embargo en mi “labor day” decidí vestirme de policía, quería ser el guardián de la ley y el orden. A la medida que fui creciendo me interesó la ciencia, entonces quise ser científico (astrónomo), descubrir planetas, estrellas y observar el universo. Pasado el tiempo ese amor por la ciencia se vió opacado por otro amor, la música, ella tomó toda mi atención, practicaba muy seguido, escribía canciones, estaba en agrupaciones, ect. Para este entonces se acercaba el tiempo de ir a la universidad, así que evidentemente consideré estudiar música.
Llegado el tiempo de matrícula, decidí que no quería ser músico (porque todo el mundo me decía, “los músicos se mueren de hambre”) y decidí estudiar ingeniería eléctrica (pequeño cambio). Al principio me encantó, pero a medida que se convirtió en algo más abstracto (siendo la ingeniería eléctrica probablemente una de la más abstractas de las ingenierías) se convirtió en una cuesta alta y empinada. Desilusionado y frustrado (además de perdido y confundido) decidí que quería aprender algo más y matriculé como electiva una clase de mercadeo. Entonces me enamoré.
Como mencionado soy muy visual (creo que es evidente) y siempre estoy en busca de como plasmar mi creatividad, sentía que el mercadeo me daría esta flexibilidad, pero mi camino no terminaba ahí. En el proceso me dí cuenta que aunque en la universidad aprendes las características que debería poseer la publicidad (basado en una estrategia de mercadeo), no te enseñaban a desarrollar la publicidad, así que inevitablemente tendrías que depender de otro para desarrollarla, siendo un “hands on guy”, no me gustó esa idea y decidí aprenderlo yo mismo. Mientras estudiaba, pasaba horas y horas web, buscando tutoriales, videos, artículos sobre el diseño gráfico y luego las duplicaba practicando. Entonces un día pensé, “si tienes buenas fotos podrás hacer más, diseñando menos y terminando con algo más eficiente”. Así incursioné en la fotografía, lo demás es historia.
Esta es mi historia, la historia de un chico que no encontraba su lugar en el catálogo educativo tradicional y creo que no soy el único, día a día me consigo personas trabajando en áreas que “pagan las deudas” pero no los hacen crecer, vocaciones que escogieron no porque las amaban, sino porque pensaron que les daría calidad de vida, pero los tiempos cambian. Muchos de ellos son personas con capacidades increíbles, pero prefieren acomodarse a un sistema, por miedo a ser rechazados por el sistema. Estos fueron los que estudiaron con la esperanza de que sus estudios los hicieran “alguien”, sin entender que ya ellos eran “alguien” antes de los estudios.
Todos los caminos que he tomado en la vida han aportado a quien soy, el policía de chico me enseñó a respetar al prójimo y defenderlo, el músico a amar las artes, buscar inspiración, ser genuino y natural, el ingeniero, a ser meticuloso, científico y tecnológico, el mercadólogo, me enseñó a vender, estudiar la gente, manipular y escribir, el diseñador, a transmitir, a crear, la importancia de la imagen y el fotógrafo me enseñó la belleza de la vida, que cada momento se debe disfrutar porque es pasajero y a siempre querer descubrir algo nuevo.
Necesitamos aprender de todos los procesos por lo que la vida nos lleva, ese conocimiento adquirido es único, es solo tuyo, pues solo tú has pasado por exactamente las circunstancias que has vivido. Utilízalos y no los menosprecies. Atrévete a cambiar, atrévete a ser genuino, atrévete a salir de tu área de “comfort”, atrévete a vivir…
No importa si estudiaste medicina y terminaste ingeniero, quizás podrías ser más exitoso como zapatero, panadero o con un kioskito de frappe, siempre y cuando sea tu pasión y desarrolles un buen concepto.
Éxito siempre.
Gio Camacho