Hay cosas en las que nunca fui bueno en esta vida, por ejemplo “la patineta”. Desastre, no alcanza a describir lo malo que fuí en correr patineta, los resbalones, las veces que choque con personas, los “golpes” o las ocasiones que termine saltando de la patineta porque iba demasiado de rápido, solo para chocar con un buzón. Verás, no hay nada malo en reconocer nuestros fracasos; muchas veces queremos que nuestros hijos solo vean nuestros talentos, nuestras habilidades y que sepan que su “papi” es bueno en algo, esto es importante, pero cuando como padres dejamos ver nuestras debilidades y nuestros fracasos a nuestros hijos, les damos una lección que los hará mejores hombres y mujeres en su adultez, me explico, si tu hijo solo ve lo bueno y exitoso que eres, si solo ve como te salen bien las cosas, nunca aprenderá a reaccionar positivamente ante el fracaso, pues solo vio lo que era ser exitoso de parte tuya. Esto provocará que el momento que fracase en algo en su vida (que te aseguró que sucederá) sentirá que no es como su papi, pues a su papi todo le salía bien. En cambio si tu hijo aprende que papá comete errores, y que los errores son una oportunidad de aprender, entonces dejarán de ver el fracaso como un fín, y lo verán como un proceso.
Tu familia, necesita de un padre real, alguien que los inspire a ser mejor cada día y fracasar en ocasiones es parte de ese proceso. Un padre que les enseñe que el éxito no está en ser perfecto, sino en ver nuestra imperfección como una oportunidad de crecimiento. Un padre que esté dispuesto a seguir a su hijo en scooter (porque no es bueno en la patineta) de modo que cuando su hijo caiga, con la mano extendida le diga; “hijo vamos denuevo, que papá está contigo”.